Tiene Castilla la heroica sencillez de una belleza pura, intensa, y a veces desgarradora. La sencillez de un pueblo castigado por sus reyes, olvidado y tantas veces esquilmado. Del ganado y del apero, del sudor y del trabajo de los que emigraron, de su ansía de vida son vencedores los castellanos.De una tierra dura y de un clima contradictorio. Pese a ello, sus suaves ondulaciones y llanuras, sus veredas milagrosas, sus campos eternos cincelados por el sol y el frío invierno, hacen brotar del interior una melancolía apacible y profunda, como un placentero suspiro. Las flores de Castilla brindan motas impresionistas entre la monotonía del cereal, salpicando sus amplias capas de color, azul cielo, verde, blanco y tierra.
En recuerdo al poeta y profesor Antonio Machado por alumbrarnos esta maravillosa meseta castellana,tan bella y tan triste a la vez.
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