El conflicto carlista, ideológico más que sucesorio y la construcción del estado liberal marcarán el devenir de España hasta 1868. Las alternancias entre moderados y progresistas, los pronunciamientos militares y el lento proceso industrial convivirán en una España que se resiste al proceso modernizador de la Europa Ocidental (Francia y Gran Bretaña). El antiguo régimen será desmantelado en su esqueleto y en sus principios, aunque pervivirán privilegios, diferencias y sobre todo mentalidades colectivas.
Las ideas liberales de Cádiz irán implantándose poco a poco y con muchas resistencias de Iglesia y sectores conservadores, que seguirán manteniendo su papel rector de la nación desde el gobierno y desde los púlpitos. El movimiento democrático y obrero deberán esperar a la revolución de 1868 para ganar terreno y expandir sus ideas. El XIX es, desde luego un período apasionante y fundamental en la formación de la actual España.
El congreso de los diputados de Madrid en 1853
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