Con la llegada al trono español de la dinastía Borbón (la actual reinante en España) y las consecuencias del tratado de Utrecht en 1713 una nueva época se abría.
Las reformas de los borbones, simbolizadas en los decretos de nueva planta y la racionalización de la administración pusieron fin a la Monarquía Hispánica de Reinos de los Habsburgo. El mapa de Europa y el papel de España en ellla se verían seriamente modificados, el fin del imperio así lo atestiguaba.
En la entrada La Europa de Utrecht podéis encontrar un mapa de las consecuencias territoriales de 1713.
La dinastía borbónica y sus primeros reyes, Felipe V, Fernando VI y sobre todo Carlos III llevarán una política regalista, de claro afan modernizador para las estructuras económicas de país, interesados en aumentar los ingresos del Estado y reforzar la autoridad, a la vez que fomentaban la felicidad y el progreso. Esto, al menos en teoría fue el despotismo ilustrado, cuyo alcance en la mayoría de la población fue mínimo. Pese a todo, la actividad económica aumentó, la población creció notablemente y una nueva era se respiraba en los ambientes académicos e intelectuales. 1789 frustaría cualquier intento de modernización seria de España. El fracaso de la Constitución de 1812 con la vuelta al absolutismo de Fernando VII demostró que aún no era el momento de la revolución liberal para España. Hoy, quizás no la hayamos completado en sus elementos más esenciales.
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