Franco, su mujer Carmen Polo, el futuro rey Juan Carlos y Sofía de Grecia. |
Durante el franquismo, la corrupción, la injusticia y el desprestigio de la libertad, de la democracia y la ciudadanía activa fue amparado por la ideología conservadora y por la jerarquía eclesiástica. Los grandes poderes económicos, la banca, los terratenientes y señoritos fueron los grandes beneficiados. Al igual que en la crisis actual, el pueblo fue dejado de lado por sus gobernantes, engañado con miedos irracionales a lo exterior, en una nube autárquica y ciega.
La historia de España, utilizada en provecho de un régimen militar y nacionalista, fue implantada en los escolares a golpe de memoria y vara. La letra, al igual que la dictadura, con sangre entra. Y así fue hasta el último día de la vida de Franco, ejecutando seres humanos y encarcelando a miles de personas por sus ideas políticas, curas incluidos. Es fácil reconocer hoy en día la pervivencia de esta época en muchos discursos y en muchas políticas. Muerto el perro, la rabia no se acabó.
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