La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El bienio
reformista (1931-1933).
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, convocadas por el
Almirante Aznar en nombre de Alfonso XIII, dieron la victoria a las
fuerzas republicanas en las grandes ciudades, adquiriendo el carácter de plebiscito contra la monarquía. Ante
esta situación, y sin apoyos, el rey Alfonso XIII se
vio obligado a renunciar al trono y abandonar España. Los miembros del Comité Revolucionario (firmantes del
pacto de San Sebastián), proclamaron la II República el 14 de
abril, convirtiéndose en el nuevo gobierno
provisional, presidido por Alcalá
Zamora.
La alegría invadió las calles de toda España,
ya que el nuevo régimen, el primero
plenamente democrático de la historia de España, era visto con gran esperanza
por amplias capas de la sociedad (clases medias y populares), identificándolo
con la oportunidad de democratizar y
modernizar el Estado. Sin embargo,
las circunstancias internacionales del período (crisis del 29 y retroceso de los sistemas democráticos por el auge del
fascismo) , las tensiones sociales y la gran resistencia de las élites económicas y los sectores más tradicionales del país,
dificultarían el triunfo de la joven República y conducirían al golpe de estado de 1936, iniciándose la
guerra civil.
El mismo día que se
proclamaba la república en Madrid, Francesc
Macià, líder de Esquerra republicana de Cataluña proclamaba en Barcelona la
República Catalana independiente. Esto implicaba una desautorización del nuevo
gobierno provisional, pero este se comprometió a buscar una solución inmediata
para la autonomía catalana.
En junio de 1931 se celebraban elecciones a Cortes Constituyentes. Obtuvieron la mayoría una coalición de republicanos y socialistas.
(El PSOE obtuvo 116 escaños, seguido del Partido Radical de Lerroux, 90
escaños, que se había convertido en un partido de derecha moderada). El primer
cometido de estas cortes era elaborar un nuevo
texto constitucional.
La
CONSTITUCIÓN DE 1931 reflejaba un pensamiento democrático y avanzado y buscaba una redistribución de
la riqueza y la creación de un estado del bienestar que alcanzara a toda la
sociedad, yendo más allá de la defensa del liberalismo de constituciones
anteriores.
Establecía una república
democrática, bajo soberanía popular,
con estricta separación de poderes, quedando
el legislativo en manos de unas cortes unicamerales, elegidas por sufragio universal que, por primera
vez, incluía a las mujeres. El ejecutivo se constituía según la mayoría
parlamentaria. El Presidente de la República era elegido cada seis años por los
diputados. Además se contempla para Cataluña
y el País Vasco un estatuto de Autonomía.La Declaración de Derechos,
además de la libertad de expresión en todas sus formas (opinión, expresión,
imprenta, cátedra) y de asociación, recogía derechos como el del trabajo, la
educación y la cultura, o a la igualdad de los cónyuges en el matrimonio, además
de establecerse el matrimonio civil, el divorcio y la equiparación de derechos
para los hijos legítimos e ilegítimos.
Se impuso un Estado aconfesional, pero se reconocía
la libertad de conciencia y la práctica de cualquier religión, lo que levantó una
gran polémica y dividió a la cámara, prohibiéndose a los religiosos dedicarse a
la enseñanza. Esta postura desató airados ataques por parte de la Conferencia
Episcopal (Cardenal Segura), y desde
mayo del 31, fue respondida con una oleada
anticlerical con ataques al clero y quema de conventos que el gobierno no
supo reprimir.La Constitución fue aprobada en diciembre de 1931,
formándose el primer gobierno constitucional presidido por Manuel Azaña como presidente del gobierno, e integrado
principalmente por republicanos de
izquierdas y socialistas. La presidencia
de la República quedó en manos de Alcalá
Zamora, más conservador.
Este primer periodo de la
República se denomina BIENIO
REFORMISTA (1931-33). Fue el periodo más activo de la República en
cuanto a reformas, entre las que destacan:
•
Las reformas laborales llevadas a
cabo por el líder de UGT y Ministro del Trabajo, Largo Caballero, que incluían medidas como el seguro de
enfermedad, las vacaciones pagadas, la jornada de ocho horas o el salario
mínimo. La CNT, que no quiso colaborar en las reformas, convocó violentas
huelgas revolucionarias, creando una gran inquietud en las clases medias que no
veían al gobierno capaz de controlar la situación.
•
La Reforma Agraria (1932-33) intentó
atajar el problema de la redistribución de la tierra pendiente desde el XVIII y
que había creado una situación de anarquía y violencia entre los jornaleros.
Sin embargo no se abordó a fondo por temor a que la oposición de los
terratenientes pudiera acabar con la República. El Instituto de Reforma Agraria solo expropió algunas fincas pero a
cambio de una indemnización. El problema radicó en que el Estado no disponía de
recursos para la compensación y solo 10.000 campesinos obtuvieron parcelas. La
reforma no solucionó los graves problemas del campo e incluso empeoró el clima
social pues tanto jornaleros como propietarios perdieron la fe en la República.
•
La reforma militar, impulsada por el
propio Azaña, pretendía reducir el
número excesivo de oficiales y garantizar su lealtad al nuevo régimen. Para
ello se ofreció a muchos oficiales pasar a la reserva activa con toda la paga,
y aunque esta medida no causó malestar, muchos militares consideraron que se favoreció
a los oficiales que defendían a la República, y algunos, siguiendo la tradición
anterior, iniciaron una conspiración para derribarla. En agosto de 1932 el general Sanjurjo se pronuncia en
Sevilla y al fracasar fue detenido y encarcelado junto a sus compañeros (la
sentencia de muerte le fue conmutada por el exilio, instalándose en Portugal
desde donde encabezaría la sublevación del 36).
•
Se creó la Guardia de Asalto como
cuerpo encargado del orden público, con el fin de sustituir al ejército en esta
función.
•
El problema religioso: Uno de los objetivos de la República fue
limitar la influencia de la Iglesia y secularizar el Estado y la sociedad. Así
se suprimió el presupuesto de culto y clero, permitiéndose el divorcio y el
matrimonio civil, secularizando los cementerios y la educación.
•
El problema regionalista también
dividió a la sociedad española entre los que defendían la unidad de España (el
Ejército, la CEDA, los Carlistas o la Falange, y algunos partidos obreros como
el PSOE o el PC, partidarios de un gobierno central fuerte, en contra de los
anarquistas...) y los regionalistas catalanes y vascos. En 1932 Cataluña
obtenía su Estatuto de Autonomía (la Generalitat quedaba bajo la dirección de
Companys, de Esquerra Republicana) y en 1936 el País Vasco, bajo el gobierno
del PNV.
• La política educativa: en este ámbito se centraron los mayores
esfuerzos ,hablándose de la “República de los maestros”, con la creación de más
de 10.000 escuelas y aumentando el presupuesto educativo en un 50%. El objetivo
era una educación liberal, laica, mixta y gratuita, en la estela de la
Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos, y acercar la cultura a
toda la población (Misiones Pedagógicas de Cossío, La Barraca de García Lorca).
En septiembre de 1933
finaliza este primer bienio, por las maniobras políticas del Partido Radical de
Lerroux para echar a los socialistas del gobierno, la pérdida de prestigio y
apoyo popular del gobierno, y sobre todo, por los acontecimientos de Casas Viejas (enero de 1933) En Casas Viejas, Cádiz, los campesinos se
sublevaron y atacaron a la Guardia Civil, lo que justificó el envío de la
Guardia de asalto. Se desencadenó una brutal represión, se incendió la casa y
se ametralló a sus ocupantes, asesinando después en el pueblo a doce hombres).
Estos hechos hacen que se rompa la coalición republicana, el PSOE rompió con Azaña y los anarquistas se alejaron del juego
político recomendando la abstención a sus afiliados. Finalmente Azaña presentó la dimisión y Alcalá Zamora
convocó nuevas elecciones para noviembre de 1933.
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