Albert Camus: "A pesar de las ilusiones racionalistas, e incluso marxistas, toda la historia del mundo es la historia de la libertad."

sábado, 9 de febrero de 2019

La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino

La Restauración dejó fuera del sistema a la mayor parte de los grupos sociales y políticos del país. La Monarquía Alfonsina acabó con las aspiraciones carlistas y republicanas, ante una población ajena a los intereses de la política liberal burguesa.
El centralismo propio del estado liberal, acrecentado en el sistema canovista de 1876, tuvo como consecuencia la aparición de partidos  y movimientos nacionalistas y regionalistas. La explotación laboral en la industria y la agricultura propició la organización y ascenso del movimiento obrero. La oposición al sistema tomaba cuerpo y sería decisiva en la crisis del estado liberal en el primer tercio del siglo XX.


El nacionalismo fue una ideología de gran recorrido en el siglo XIX, vinculada al romanticismo, (primavera de los pueblos) y a este fenómeno no fue ajeno España, país de gran riqueza cultural y  lingüística y con una articulación nacional escasa.  
Las causas que propiciaron su desarrollo fueron varias. La uniformización  y el centralismo que propiciaba el liberalismo chocó con las arraigadas culturas existentes en España, y primero como movimientos de  defensa de la lengua y la cultura,  y más adelante como asociaciones y partidos que aspiraban a un mayor autonomía, surgirá el nacionalismo. Gran importancia tendrá en este sentido el proceso industrializador y la revolución liberal, que chocaba con las estructuras tradicionales y generó grandes problemas a lo largo del siglo como pudimos comprobar durante las guerras carlistas en lo concerniente a los fueros. La escasa cohesión territorial española, los vicios del sistema de la restauración, y el apoyo de las burguesías regionales, junto con el efecto del desastre del 98 y la sensación de pesimismo por el futuro del país hicieron el resto.
 
El movimiento más importante fue el catalanismo, surgido como fenómeno cultural (La Renaixença) y económico, resumido en arancel y poesía. Cataluña deseaba un arancel que protegiera su industria.
En el plano político, destaca Valentí Almirall, quien fundó el Centre Català (1882), y promovió la entrega a Alfonso XII del Memorial de Greuges (Agravios) defendiendo el  proteccionismo industrial y el derecho particular de Cataluña. En 1891 se crea la Unió Catalana, que estableció el primer programa del catalanismo, las llamadas Bases de Manresa (1892), un programa de máximos con un claro contenido conservador. El catalanismo político derivaba hacia un nacionalismo basado en los principios de orden, tradición, religión y propiedad.

La exposición universal en Barcelona de 1888 demostró el dinamismo de Cataluña, que vio florecer en esta época a grandes escritores y arquitectos, destacando Antonio Gaudí. La burguesía  catalana pasó a defender el catalanismo moderado, debido a la crisis del sistema político y la oposición a la reforma fiscal de 1899. Fruto de ello fue la creación de la Lliga Regionalista que triunfó en las elecciones de 1901, haciendo que los partidos dinásticos perdieran peso. Sus líderes fueron Prat de la Riba y Francesc Cambó y tenían un programa conservador e incluso elitista.

El nacionalismo vasco adquirió tintes políticos en 1895, con la creación del PNV por Sabino Arana Goiri. A diferencia del catalanismo y de los otros regionalismos, el nacionalismo de Arana se caracterizó por su radical exclusivismo racista, antiliberal y antiespañolista.  El desarrollo de los nacionalismos estuvo vinculado a los cambios políticos y económicos experimentados en el País Vasco: la abolición de los fueros en 1876 significó el fin de las instituciones particulares y provocó una reacción en su defensa. Debido a la industrialización, se formó una poderosa burguesía industrial y financiera y vinculada al sistema canovista, al tiempo que la llegada de inmigrantes favoreció el asentamiento del socialismo, pero también el rechazo de parte de la población local. Los primeros éxitos electorales del PNV se obtuvieron en 1898 y 1899 en el ámbito local, coincidiendo con la suavización ideológica tras la entrada del fuerista Ramón de la Sota.

El regionalismo gallego de los ochenta se desarrolla a partir del renacimiento cultural de la segunda mitad del S. XIX y estuvo apoyado por los propietarios agrarios y los comerciantes. Tuvo dos grandes corrientes, una tendencia tradicionalista, de Alfredo Brañas, de raíces carlistas, antiliberal y ruralista; otra tendencia liberal-democrática de Manuel Martínez Murguía, con base urbana y crítica al centralismo político y el atraso de Galicia. Las divisiones internas y la escasa base social limitaron la capacidad del galleguismo.

Aunque la mayoría de la población española seguía siendo campesina el principal cambio social del siglo XIX fue la aparición de la clase obrera industrial. El incipiente desarrollo de la industria hizo afluir a las ciudades a miles de trabajadores agrícolas en paro. El resultado fue el crecimiento de los barrios obreros, carentes de las condiciones higiénicas adecuadas y formados por barracas y chabolas construidas precipitadamente. El trabajo en las fábricas implicaba jornadas de 12 a 14 horas con salarios bajos, paro y explotación infantil. El analfabetismo igual que en el campo era general.
Los primeros intentos de asociación obrera fueron las “sociedades de ayuda mutua”, al principio sólo querían defender sus salarios. Pero fueron prohibidas en 1844. En 1855 estalló en Barcelona una huelga general en defensa del derecho de asociación, y se dieron episodios de ludismo  en Alcoy o Barcelona (conflicto de las selfactinas) .
Se intentó llevar el conflicto al congreso por parte de los obreros, pero la las leyes aprobadas por las Cortes eran decepcionantes y defendían los intereses patronales. Los obreros comprendieron que los liberales, incluidos los progresistas, no iban a defender su causa por lo que se alinearon con los partidos demócratas y republicanos. A partir de 1863 los obreros comenzaron a movilizarse de nuevo, pero ahora abiertamente politizados.
 La revolución de 1868  y las libertades que aportó la constitución de 1869 despertaron las esperanzas obreras y campesinas que creyeron que con ella comenzaría el proceso de reformas sociales que esperaban. Es en este contexto cuando se funda la sección española de la Internacional Obrera (AIT) con preponderancia de los anarquistas. La llegada de la Restauración provocó la disolución de la misma y la clandestinidad para el movimiento obrero.
 A partir de la promulgación de Ley de Asociaciones de 1887 por el gobierno Sagasta los partidos obreros se organizan legalmente. El movimiento obrero internacional estaba escindido en dos grandes corrientes ideológicas, los socialistas marxistas y los anarquistas de Bakunin.
- En España, Paul Lafargue (1871) yerno de Karl Marx, intenta propagar la ideología marxista en nuestro país. El partido socialista más importante será el PSOE, fundado en 1879 por Pablo Iglesias, que defendía el fin de la sociedad capitalista mediante la revolución obrera para establecer una dictadura del proletariado. Sin embargo poco a poco el PSOE evolucionó hacia posiciones reformistas (socialdemocracia) presentando candidatos en las elecciones. En 1888 P. Iglesias fundó el sindicato UGT, que centró su luchar en la mejora de las condiciones de trabajo (salario mínimo, jornada de 8 h., descanso dominical, prohibición del trabajo infantil). Su mayor implantación se daba en Madrid,Asturias y en el País Vasco. 
 -El anarquismo tuvo una extraordinaria importancia en España. Fanelli , enviado por Bakunin, llegó a España en 1868 y su ideología se implantó sobre todo en  Cataluña, País Vasco,Madrid (áreas industriales) siendo del mismo modo importante entre los jornaleros andaluces. Destacará la figura de Anselmo Lorenzo como uno de los principales impulsores del movimiento en España. Los anarquistas carecían de una única doctrina, pero tenían en común el rechazo de toda forma de organización estatal.
 En España vamos a encontrar dos corrientes: en Andalucía el anarquismo de Bakunin, que propugnaban la formación de comunidades autogestionadas, sin propiedad privada y en Cataluña el anarcosindicalismo que quería mantener los sindicatos como forma de organización social.  En los años 80 destacó la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), aunque falsas acusaciones de vínculos con la famosa organización secreta "la mano negra" acabaron con ella. Tras esto, las acciones individuales de terrorismo protagonizaron el fin de siglo, con la llamada "propaganda por el acto" (bomba del liceo, asesinato de Cánovas, atentado contra Martínez Campos o Alfonso XIII).
Finalmente, en 1911,ya durante el reinado de Alfonso XIII se fundaba la CNT,el más importante sindicato anarquista de Europa, que llegaría a tener cientos de miles de afiliados, obteniendo grandes victorias como las 8 horas de trabajo tras la huelga de la canadiense, en 1919.

No hay comentarios:

Publicar un comentario